Yo en mi niñez solía acostarme boca arriba en un pequeño banco con llantitas, de modo que cuando me impulsaba con los pies y recorría los pasillos de mi casa, la distancia entre el techo que visto de cabeza parecía como el piso y yo daba la sensación de volar.
Afortunadamente más adelante comencé a bucear y desde entonces me encanta la sensación de volar
No puedo pensar en esta discusión sin recordar la frase de Leo Morales: