¡A mi no se me va a olvidar jamás! Tendría alrededor de 6 o 7 años y solía acompañar a mi papá a bucear y soñaba con el día en que yo buceara, pero siempre me decían que tenía que esperar a crecer para poder bucear, mientras tanto me tenía que conformar haciendo apneas mientras esnorqueleaba , muchas veces bajando con gran esfuerzo hasta los 6m donde veía a mi papa hacer su parada de seguridad. Recuerdo haberle pedido compartir aire conmigo a esa profundiad y ante su obvia negativa ¡tenía que salir disparado a la superficie para poder respirar!
Tanto era mi deseo que cuando mi abuelo murió y recogimos su tanque, yo me lo puse con el arnés y caminaba por toda la casa cargando el pesado tanque en mi pequeña espalda, imaginando que buceaba por los pasillos de mi casa, no se ni cómo lo aguantaba.
Un buen día en una alberca de la CDMX mi padre me puso el viejo tanque y el regulador. (todavía no se usaban chalecos o a penas comenzaban) de inmediato con la naturalidad que los niños hacen cosas nuevas, me fui al fondo de la alberca y daba vueltas y vueltas y en lo que me pareció un breve momento, y cuando me dí cuenta ya tenía a mi padre persiguiéndome para sacarme del agua y yo me iba lo más lejos posible para seguir abajo tanto como me fuera posible.
Para mi si, fue definitivamente.