Es bien sabido que la Enfermedad de la Descompresión (EDC) es causada por la pérdida de solubilidad del Nitrógeno (N2) en los distintos tejidos, formándose así burbujas de éste gas. Existen distintos modelos teóricos para entender cómo se forman esas burbujas de acuerdo con diferentes perfiles de buceo. En ésta publicación no nos ocuparemos de cómo se forman las burbujas sino del efecto que tienen en el organismo. Los síntomas de la EDC van desde una irritación en la piel, dolor en las articulaciones, edemas, parálisis parcial hasta la pérdida del control corporal y la muerte de algunos tejidos.
Pero ¿Por qué la formación de burbujas en el organismo puede tener efectos tan extremos?
Si bien es cierto, que las burbujas ejercen un efecto mecánico sobre las superficies de los tejidos en los que se encuentran y su sola presencia puede bloquear vasos sanguíneos impidiendo así el transporte de oxígeno y otras sustancias a través de esos conductos, existe otro efecto fisiológico en el que el sistema inmune es un actor estelar.
Empecemos recordando que las proteínas son moléculas generalmente grandes que se encuentran presentes en todo el organismo, ya sea formando parte de la estructura celular o realizando funciones metabólicas. La funcionalidad de las proteínas depende de su forma particular, que es estable en el medio fisiológico en el que se encuentran. El problema comienza cuando las condiciones del medio cambian para una proteína, ésta pierde su forma tridimensional por completo. ¿Qué tiene que ver ésto con el buceo? Cuando las proteínas entran en contacto con una burbuja de Nitrógeno, se encuentran en un medio no adecuado y se desnaturalizan (pierden su forma tridimensional normal).
Pero el problema no es por sí sola la desnaturalización de las proteínas cuando entran en contacto con la burbuja, sino el hecho de que tenemos un sistema inmune dispuesto a dar la batalla para defendernos ante cualquier agente extraño que se presente. En éste caso las proteínas al cambiar su forma dejan de ser reconocidas por nuestro propio sistema y son identificadas como el enemigo a exterminar:
- Rápidamente se envía a la infantería de los leucocitos (glóbulos blancos) para atacar al agente extraño.
- Se liberan histaminas que dilatan los vasos sanguíneos para que los leucocitos puedan ser transportados con mayor facilidad. Ésto también genera una inflamación.
- La liberación de histaminas también provoca que las paredes de los vasos se vuelvan adherentes para los leucocitos con la finalidad de que éstos soldados celulares que ya han encapsulado al agente extraño se queden en esa zona y no viajen a otros sitios.
- Las células que recubren los vasos sanguíneos (endotelio) que en condiciones normales no permiten intercambio con el exterior, permiten ahora el paso de los leucocitos hacia la zona de los tejidos circundantes.
- La separación de las células del endotelio para permitir el paso de los leucocitos es interpretada por el organismo como un daño físico e inmediatamente se envían plaquetas que se combinan con colágeno para fomar un coágulo.
- Las plaquetas liberan serotonina que constriñe los vasos sanguíneos para evitar la pérdida de fluídos.
- La acumulación de leucocitos y plaquetas provoca una mayor inflamación así como una restringida circulación por la zona.
Todos hemos tenido alguna vez una herida y precisamente nos ocurre la misma respuesta que acabamos de describir, pero de forma localizada. Imagina la respuesta inflamatoria de una herida pero en distintas partes del cuerpo: eso es lo que ocurre con la EDC, según el número y tamaño de las burbujas y el tejido en el que se forman. Los casos más extremos pueden conducir a un estado de shock e inclusive la muerte. Éste proceso de la EDC podría compararse con alguna enfermedad inflamatoria autoinmune como la artritis, en la que el sistema inmune provoca daño de forma generalizada a los propios tejidos del cuerpo.
Si bien, la respuesta inmune es relativamente rápida, existe una ventana de tiempo para actuar, por lo que la recompresión inmediata dentro de las primeras dos horas puede ayudar a evitar el auto-ataque generalizado del propio organismo a través de su sistema inmune.