Carta a los buzos atribuída a Jacques Cousteau

Como todos los seres humanos, nacemos en el corazón de la madre Tierra. Tenemos brazos y piernas, respiramos oxígeno que entra en pequeños pulmones. Pasamos gran parte de nuestra vida en la posición vertical que nos da una mayor autonomía y comodidad en la tierra. Vistos superficialmente somos iguales a todos los seres humanos.

Pero analizando un poco más profundo, algo nos hace diferente. Nacemos con los ojos acostumbrados al azul de las aguas. Tenemos un cuerpo que anhela el abrazo del mar y, un pulmón que acepta grandes privaciones de aire sólo para prolongar nuestra vida en el mundo azul.

Somos hombres y mujeres de espíritu inquieto. Buscamos en nuestra vida más de lo que se dio. Pasamos por grandes pruebas para acercarnos a los peces.

Transformamos nuestros pies en grandes aletas, manejamos el calor de nuestro cuerpo con pieles falsas y llegamos a llevar un nuevo pulmón a nuestras espaldas. ¿Y todo esto para qué? Para poder satisfacer una pasión, un sueño. Porque nosotros, algún día, de alguna manera, fuimos presentados a un mundo nuevo. Un mundo de silencio, calma, misterio, respeto y amistad. Y esta calma y silencio nos hicieron olvidar el desorden y bullicio de nuestro mundo natal. El misterio involucró nuestro corazón sediento de aventura.

El respeto que aprendemos a tener por los verdaderos habitantes de este mundo. Respeto ese que, sólo después de haber sentido la inocencia de un pez, la inteligencia de un delfín, la majestuosidad de una ballena o incluso la fuerza de un tiburón, podemos entender.

Y la amistad. Cuando nos vamos hasta el fondo del mar, descubrimos que allí jamás podríamos vivir solos. Entonces llevamos a alguien más y esta persona, llamada pareja, compañero o simplemente amigo, pasa a ser importante para nosotros. Porque, además de poder salvar nuestra vida, pasa a compartir todo lo que vimos y sentimos. Y en pareja, pasamos a tener equipos, y estos pasan a ser cada vez más grandes y más unidos. Y así entendemos que todos somos viejos amigos aunque no nos conozcamos. Y ese vínculo que nos une es más grande que todos los demás que hemos encontrado.

Y eso hace que nosotros más que amigos, seamos hermanos. Hace de nosotros, buzos.


Éste texto es atribuído a Jacques Cousteau bajo el título de “Carta a los buzos”. ¿Alguien sabe si él lo escribió realmente?

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Realmente inspirador, viéndolo con detalle es increíble lo que hemos logrado hacer en cada inmersión, y lo que falta aprender, gracias a nuestros compañeros, amigos, instructores, hermanos que nos seguirán acompañando en este pequeño espacio que se llama vida

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